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Abdullah Ibn Mas’ud

Abdullah Ibn Mas’ud  

Dijo el Profeta Muhammad (que la paz y la misericordia de Alá sean con él): Quien desee recitar el Corán tal como fue revelado, que lo haga como Ibn Umm Abd (*) ( Abdullah Ibn Mas’ud) 

Abdullah Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él), es considerado la sexta personalidad en seguir al Profeta Muhammad (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) hacia el Islam. Es así que este grandioso hombre fue uno de los primeros musulmanes. 

En su primer encuentro con el Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él), dijo: "Siendo niño, era pastor de las ovejas de Uqba Ibn Abi Mu'it cuando se presentó el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) con Abu Bakr (que Alá esté complacido con él) y me dijeron: Oye, niño, ¿Tienes leche para darnos de beber? Les dije: El dueño ha confiado en mí, por eso no les daré de beber... El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) dijo: ¿Tienes alguna oveja que no se haya apareado nunca con un cordero?

 Sí, les contesté  y se las traje. El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) la sostuvo, pasó sus manos por sus ubres implorando a  Dios... y las ubres se llenaron de leche. Abu Bakr  trajo una piedra de forma cavada y el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) ordeñó la oveja allí. Abu Bakr y yo bebimos... el Profeta, mirando hacia las ubres, dijo: “Basta” y las ubres se secaron... Luego fui hacia él y le dije: 'Enséñame eso'. Me dijo: “Tú eres un niño sabio."

Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él) se asombró de aquello; no sabía que estaba presenciando el más común y sencillo de los milagros y que, pronto, vería del Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) milagros que sacudirían al mundo y lo llenarían de luz.

Tampoco sabía que ese niño pobre, débil y pastor de los rebaños de Uqba Ibn Abi Mu'it sería uno de esos milagros. El día en que el Islam hiciera de él un hombre creyente, con su fe, vencería la vanidad de Qureish y la tiranía de sus señores.

Él, que no se atrevía a pasar cerca de los señores de Makka sin bajar su cabeza, no sabía que, después de su conversión al Islam,  iría a la junta de los nobles de Qureish en la Ka’aba y recitaría ante ellos, el Sagrado Corán: “El Graciabilísimo. Enseñó el Corán. Creó al hombre. Le enseñó la elocuencia. El sol y la luna recorren su órbita sistemáticamente. Y las hierbas y los árboles se inclinan ante Él”. 

La recitación continuó y los líderes de Qureish quedaron atónitos, no creían en lo que sus ojos veían y sus oídos oían. No podían imaginarse que este hombre, que desafiaba su poder y posición, fuese el pastor de ovejas de uno de ellos. 

Az Zubeir (que Alá esté complacido con él) nos describe la escena de la siguiente forma: "El primero en recitar el Sagrado Corán en público después del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) fue Abdullah Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él). Un día se juntaron los Sahabas del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) y dijeron: 'Por Alá que Qureish nunca ha escuchado el Corán en voz alta... ¿Quién puede hacerles oír?'  'Yo' Dijo Abdullah Ibn Mas'ud. “Tememos por ti, queremos un hombre cuya familia pueda defenderle si le quieren hacer daño”, dijeron. “Déjenme. Alá será mi defensor', dijo" 

 "Ibn Mas'ud se presentó a media mañana en el foro de los nobles de Qureish. Allí recitó en voz alta: “En el nombre de Alá,  Clemente,  Misericordioso. El Graciabilísimo. Enseñó el Corán...” y les enfrentó recitando estos versículos: "Le miraron diciendo: ¿Qué dice Ibn Ummi Abd? ¡Está recitando algo de lo que Muhammad trajo! Y se levantaron contra él, lo golpearon mientras él seguía recitando, haciéndole mucho daño." 

"Cuando Ibn Mas'ud volvió hacia sus compañeros, traía muy maltrecho el rostro y el resto de su cuerpo; le dijeron: '¡Esto es lo que temíamos por ti!'" 

 "¡Los enemigos de Alá nunca fueron tan suaves como hoy! Y les dijo: si ustedes quieren mañana iré nuevamente', dijeron: 'Basta, tu les hiciste escuchar lo que odiaban" 

 Así era Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él), desde el día en que vio las ubres secas llenarse de leche; Ibn Mas'ud no se percató que, desde ese día, él y  la gente sencilla y pobre, serían uno de los grandes milagros del Mensajero. El día había llegado. Ya había llegado la hora en que este joven sirviente pobre, sea uno de esos milagros. 

Ibn Mas'ud no llamaba la atención de nadie, ya que no tenía lugar entre aquellos de riqueza, ni entre los de superioridad física, ni entre los de prestigio. No tenía  dinero, su cuerpo era débil y delgado. 

Pero el Islam le dio una voluntad férrea, le hizo partícipe del cambio histórico que el Islam aportó. Y, sobre todo le dio sabiduría, honor y perpetuidad, pues Abdullah Ibn Mas'ud precedió a la brillante cadena de sabios y doctos que adorna a la civilización islámica.

 Ibn Mas'ud solía decir de sí mismo: "Recibí de boca del Profeta de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) setenta suras (Capítulos) del Corán..." 

Esto fue como una recompensa de Alá, cuando puso su vida en peligro al recitar el Corán en público y divulgarlo en toda Makka durante los años de tortura y persecución. Le concedió, Glorificado sea, una recitación excelente, y un entendimiento correcto de sus significados. 

El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) aconsejaba a sus Compañeros tomar el ejemplo de Ibn Mas'ud. Les decía: "Aferraos a los días de Ibn Mas'ud".

También les recomendaba imitar su recitación del Sagrado Corán y que la aprendieran.

El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) decía: "Quien quiera escuchar el Corán, en su esencia, como ha sido revelado, que lo escuche de Ibn Ummi Abd "

"Quien quiera recitar el Corán, en su esencia, como ha sido revelado, que lo escuche de Ibn Ummi Abd." 

Al Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) le gustaba escuchar el Corán recitado por  Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él). Un día, el Mensajero (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) lo llamó y le dijo: "Recita para mí, Abdullah"

"¿Quieres que te lo recite siendo que a ti ha sido revelado, Oh Mensajero de Alá?", dijo Abdullah. 

”Me gustaría escucharlo de otros", dijo el Mensajero. 

Ibn Mas'ud recitó, hasta llegar a los siguientes versículos: “¿Qué será de ellos cuando presentemos un testigo de cada nación y te designemos ¡Oh Profeta! testigo contra ellos? 

En ese día los incrédulos, que desobedecieron al Profeta, desearán que se los trague la tierra; cuando no puedan ocultar nada a Alá”

Se llenaron los ojos de lágrimas del Mensajero de Alá, e indicó a Ibn Mas'ud detenerse. Ibn Mas'ud reconocía el favor que Alá le había concedido; Y decía:

"¡Por Alá! De todo lo que ha sido revelado, yo sé el motivo de su revelación, nadie sabe mejor que yo sobre el Libro de Alá. Si supiera de alguien que conozca el Libro de Alá mejor que yo y tuviese que montar para llegar a él, tengan por seguro que lo haría. Y aún así no soy el mejor entre vosotros." 

Los Sahabas también reconocían este favor de Alá con Ibn Mas'ud. El Emir de los Creyentes, Omar (que Alá esté complacido con él) dijo: "Está lleno del conocimiento sobre la religión". 

Abu Musa Al Ash'arí dijo de Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él): "no me preguntéis nada mientras viva entre vosotros este sabio" 

Un día, un grupo de Sahabas se reunió con Alí Ibn Abi Tálib (que Alá esté complacido con él) y le dijeron: "¡Oh Emir de los Creyentes! No hemos conocido un hombre igual a Ibn Mas'ud. Tenía la mejor conducta, el más sutil modo de educar, era el mejor compañero y tenía una profunda fe..." 

 Alí (que Alá esté complacido con él) dijo: "¿Me juraríais por Alá que esto surgió de vuestros corazones?" 

 "Sí", le contestaron. 

Dijo: "¡Dios mío! Que seas mi testigo... Por Alá que yo opino lo mismo, o mejor sobre él..., recitaba el Corán, aclaraba lo que era lícito y  lo que era ilícito. Era un conocedor de la religión (Alfaquí) y un sabio en la Sunna."

Ibn Mas'ud era muy querido por el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) y frecuentaba bastante su casa. El Mensajero (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) lo apreciaba y se quedaba mucho tiempo conversando a solas con él, le confiaba muchos secretos; por eso le apodaban "El guardián del secreto".

Ibn Mas'ud, a su vez, quería mucho al Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él). Le respetaba tanto que temía cometer el más mínimo error al transmitir su mensaje. Después de su fallecimiento, raramente solía mencionarlo; pocas veces  se lo oía decir: "Escuché al Mensajero de Alá decir...", se estremecía severamente, se veía asustado, perplejo, temiendo olvidar o cambiar una letra por otra. 

Este hombre fue, Compañero del Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él); percibió su sabiduría y su grandeza. Esto lo vemos en su tremendo respeto hacia él, en vida y después de muerto. 

No se separaba del Mensajero de Alá, ni en Medina ni durante sus viajes; asistió a todas las campañas y a todas las batallas. 

Y era tanto su mérito entre los Sahabas, que el Emir de los Creyentes, Omar (que Alá esté complacido con él), le confirió el mando del Departamento del Tesoro (Baitul mal) en Al Kufa,  al enviarlo, les mandó un mensaje que decía: "Juro por Alá, no hay más dios que Él, que con este nombramiento os he preferido a ustedes sobre mí mismo, (quería Omar retenerlo consigo).  ¡Beneficiaros de él!" 

Los habitantes de Al Kufa llegaron a quererlo como nunca quisieron a autoridad alguna. Y esto era casi milagroso, ya que era gente de rebelión y conspiración, no se conformaban con nada ni soportaban la paz y la tranquilidad.

Lo querían tanto, que lo rodearon cuando el Califa Ozmán (que Alá esté complacido con él) quiso reemplazarlo, y le dijeron: "Vive entre nosotros.”

Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él) les respondió con palabras que expresaban cabalmente su grandeza y lo profundo de su fe: "Tengo que obedecerle, sucederán problemas y sublevaciones. Yo no quiero ser el primero en abrir sus puertas." 

Esto trajo, una posterior hostilidad que desencadenó en la prohibición de que se le pagase a Ibn Mas’ud su sustento y su sueldo de la tesorería... Pese a todo esto, Ibn Mas'ud no pronunció ninguna palabra en contra de Ozmán; al contrario, se convirtió en su defensor al ver el murmullo que se convertía en revolución. Al llegar a sus oídos la noticia del intento de asesinato de Ozmán dijo: "Si lo matan, jamás encontrarán a una persona igual." 

Alá le dio prudencia y una fe sincera. Tenía la capacidad de ver más allá que los demás, y solía expresarlo con elegancia. Resumió la vida de Omar, por ejemplo, con una precisión extraordinaria. Decía: "Su conversión al Islam fue un comienzo... su emigración fue una victoria... y su mandato fue una clemencia"

Hablaba de lo que hoy llamamos "Relatividad del tiempo". Dijo: "Vuestro Dios no tiene noche ni día... la luz de los cielos y de la tierra surge de la luz de su faz..."

Hablando del trabajo y su importancia para elevar el nivel de quien lo realiza, decía: "A mí no me gusta la persona ociosa... no hace nada, ni para esta vida ni para la otra." 

Entre sus enseñanzas morales tenemos: "La mejor riqueza es la del alma, el mejor alimento es la fe, la peor ceguera es la del corazón, el pecado máximo es la mentira, la peor ganancia es la usura, la peor malversación es con el patrimonio del huérfano. A quien indulta, Dios lo indulta; y a quien perdona, Dios lo  perdona."

La grandeza de Ibn Mas'ud era totalmente contraria a su  pobre apariencia física. Un día subió a un árbol para obtener Arak (**)  para el Mensajero de Alá  (que la paz y la misericordia de Alá sean con él). Los Sahabas vieron sus piernas tan cortas y flacas que se rieron. Entonces el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) dijo: "Os reís de las piernas de Ibn Mas'ud,el día de la Resurrección pesarán más que el monte Uhud". 

Al tomar la guía y la misericordia de Alá, Ibn Mas'ud (que Alá esté complacido con él) alcanzó el grado de ser uno de los primeros diez Sahabas del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él), aquellos que fueron albriciados con el Paraíso y la misericordia divina, mientras aún vivían en la tierra. Ibn Mas'ud acompañó al Profeta de Dios (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) en todas sus batallas y acompañó a sus dos sucesores después de su muerte. Vio como los dos imperios más fuertes de la época abrían sus puertas sumisos ante las victoriosas banderas del Islam. Vio las ciudades conquistadas por los musulmanes y la abundante fortuna que corrió por sus manos. Sin embargo, nada lo cautivó, nada lo sedujo, ni lo  alejó del compromiso hecho ante Dios y Su Profeta. Nada pudo sacarlo de su modestia, sumisión y simple modo de vivir. 

Este gran hombre murió en Medina en el trigésimo segundo año después de la Hégira. Dirigió las plegarias por su alma Az Zubair Ibn Al 'Auuam (que Alá esté complacido con él), y fue enterrado en el cementerio Al Baqui'. Contaba con más de sesenta años al  fallecer.

Tuvo un solo deseo en este mundo y, con nostalgia, lo repetía constantemente pues anhelaba mucho alcanzarlo. Solía decir:

"Me desperté en plena noche, mientras acompañaba al Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) en la batalla de Tabuk. Vi una antorcha en un extremo del campamento. Miré con atención y vi al Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) a Abu Bakr (que Alá esté complacido con él) y a Omar (que Alá esté complacido con él) que cargaban el cadáver de Abdullah Al Muzani. Le habían cavado una fosa y el Profeta dentro de  ella decía: " Alcanzadme a vuestro hermano", mientras Abu Bakr y Omar (que Alá esté complacido con él) lo sostenían bajándolo.

Cuando ya estaba el cadáver preparado para ponerlo en su nicho, el Profeta de Alá dijo: "¡Dios mío! Yo estoy complacido con él, que Tú también estés complacido de él”.  '¡Ojalá - decía Ibn Mas'ud - hubiera sido yo a quien introducian en esa fosa!. 

Y ese fue el único anhelo de su vida. Nada relacionado con lo que la gente acostumbra desear en este mundo: gloria, riqueza, cargos altos o prestigio. Era, pues, el deseo de un hombre de gran corazón, alma magnífica y fe certera. Un hombre para quien Dios era su guía, el Mensajero su educador y el Corán su conductor. 

¡ Que Alá, esté complacido de Abdullah Ibn Mas’ud !

(*) Ibn Ummi Abd: este era un sobrenombre de Ibn Mas’ud, significa:”hijo de la madre de Abd” 

(**)Arak: Son las ramas de cierto árbol con las que se hacen cepillos para asear los dientes.

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